He llegado a esta noticia y creo que da, como poco, para una reflexión sobre la deriva de la puesta en valor del trabajo de reconocidos fotógrafos y sobre el – en cierto modo – abuso del mundo editorial aprovechando la presión del sector aficionado sobre la labor de quienes se dedican a este mundo de la imagen de manera profesional.
Y es un tema que se presta tal vez para un debate AFI uno de nuestros lunes.
Me ha parecido muy revelador el cruce de correos entre ambas partes, y la defensa de su trabajo que hace Samuel Aranda es digna de respeto.
¿Qué opináis de estas prácticas? ¿Creéis que la cesión de fotografías de aficionados está afectando negativamente al mundo profesional?
¿Cederiais vuestras fotos para un libro de esta características?